Con apenas 19 años, Stuart Sutcliffe ya era considerado uno de los estudiantes más talentosos del Liverpool Art College y se le auguraba un futuro exitoso que él alimentaba con su estilo de vida bohemio y una imagen carismática. Lentes oscuros que ocultaban una mirada melancólica, ropas a la moda, facciones que lo asemejaban a James Dean. Stuart atraía mujeres como moscas a la miel.
Su mejor amigo era un compañero del colegio con quien compartía su pasión por las noches de alcohol y el arte. Alguien a quien describía como Egoísta y leal. Un niño frustrado e incomprendido a quien no se le dio el afecto que necesitaba. Un rebelde. Alguien que se se llamaba John Lennon.
Cuando Stu vendió una de sus pinturas, John lo convenció para que usara esas 65 libras en algo útil, se comprara un bajo eléctrico y se uniera a su banda que por aquellos tiempos, se presentaba en bares y tugurios de Liverpool.
Y así lo hizo. Era una idea lógica salvo por un pequeño detalle: Stuart no sabía tocar el bajo ni ningún otro instrumento pero, eso era un detalle insignificante.
Algunos dicen que el término Beatles nació como resultado de una de sus bromas cuando sugirió que se llamaran Beetles (escarabajos), parodiando el nombre de uno de sus idolos, Buddy Holly, que tenía un grupo de apoyo que se llamaba The Crickets (los grillos).
Sea como sea, la banda fue mutando de nombre y Long John and the Silver Beatles o The Beatles de 1960 sumaron a un nuevo integrante ya que, como dijo Paul era mejor tener un bajista que no sabía tocar que no tener bajista.
Liverpool no era una ciudad tranquila y el grupo no hacía shows en teatros con audiencias relajadas. La violencia era común y al término de una de esas presentaciones, The Silver Beatles fueron atacados cuando se retiraban y Stu cayó herido por un patada en la cabeza pero, pese a la evidente gravedad del golpe, rehusó a atenderse.
A mediados de agosto de 1960, The Beatles consiguen un contrato en Alemania y parten hacia Hamburgo donde se presentan en el Indra Club, uno de los tantos locales de mala fama de aquella ciudad cuyo puerto atraía todo tipo de público estrafalario; de esa clase que uno no invitaría a su casa a tomar el te.
Tocando durante seis o siete horas por noche, rodeados de prostitutas, alcohol y anfetaminas, fueron transformándose en una atracción pero Stu no estaba muy feliz; consideraba que Hamburgo era una jungla sin moral. Sin embargo, un dia conoció a Klaus Voorman y este le presentó a una mujer: Astrid Kirchherr, de quien se enamoró perdidamente.
Astrid hechizó a Stu y lo convenció de retomar sus estudios de arte. Poco a poco fue abandonando la música; llegando tarde, faltando a los shows. Cuando la policía de Hamburgo deportó a George que sólo tenía diecisiete años, John, Paul y Pete Best regresaron a Inglaterra pero Stuart decidió quedarse.
Pero el tiempo pasa inexorable así que al año siguiente, George ya era mayor y The Beatles regresan a Hamburgo pero la relación entre Paul y Stuart no es la misma. Paul sentía que no estaba comprometido con el grupo y que la música no era su prioridad. Aunque estaba perdiendo la paciencia, la amistad de Stu y John era demasiado fuerte y todo continuó en ese equilibrio inestable hasta que Stuart decidió abandonarlos y aceptar una beca en la escuela de Bellas Artes de Hamburgo.
De regreso a Liverpool, The Beatles conocieron a Brian Epstein y con Paul definitivamente instalado en el bajo y Pete Best en al batería, se prepararon para iniciar su tercera gira por Hamburgo.
Era abril de 1962 y allí los esperaría Stu cuyo apoyo al grupo seguía intacto ya que afirmaba que iban a ser los más grandes de todos los tiempos, pero su salud estaba cada vez más comprometida. Sufría constantes jaquecas que llegaban incluso a provocarle desmayos.
De allí en más todo es amarillismo, historias que pasan de boca en boca y la palabra de Astrid que cuenta que las cosas fueron empeorando poco a poco y que el 10 de abril, Stuart Sutcliffe muere en la ambulancia mientras era trasladado de urgencia al hospital víctima de una hemorragia cerebral severa.
The Beatles arriban a Hamburg al día siguiente y es la misma Astrid la que les comunica la noticia y deja a John huérfano de aquel que había sido su alma gemela, enloquecido de dolor, gritando entre risas llantos, la furia que le provocaba eso que sentía como un nuevo abandono.