En 1962, The Beatles eran una atracción local que tocaba en el Cavern Club, un bar de Liverpool. Como él tenía una tienda cerca de ahí, una noche, decidió entrar a ver de qué se trataba este pequeño fenómeno que tenía alborotada a la vecindad.
Quedó muy impresionado. John tenía 21 años, Paul 19 y eran totalmente diferentes a él, un hombre de 27 años, pulcro, bien vestido, educado, próspero comerciante. Vio algo que nadie había visto, ¿negocios? ¿potencial? ¿algo distinto?
También era nativo de Liverpool, hijo de inmigrantes lituanos y quien manejaba el negocio de la familia, una empresa dedicada a los muebles que luego se expandió, adquiriendo el local adyacente donde instalaron un comercio que vendía instrumentos musicales, NEMS (North End Music Stores) donde, casualmente, años antes de conocerse, el padre de Paul había comprado un piano.
El negocio prosperó y se convirtió en la tienda de música más conocida de la ciudad, tanto que terminó escribiendo una columna en el Mersey Beat, un periódico que promovía las actividades musicales locales.
En realidad, es allí donde se entera de la existencia de ese grupo que empapelaba las paredes de la ciudad con los afiches de sus actuaciones. Él se llamaba Brian Samuel Epstein y la casualidad, lo convirtió en el manager de los Beatles.
my-bonnieUna de las tantas historias cuenta que un día, un cliente entró en su tienda preguntando por un disco, un cover de My Bonnie interpretado por Tony Sheridan en Alemania acompañado por cuatro excéntricos llamados The Beatles. La curiosidad, lo llevó a averiguar más y, acompañado por su amigo James Alistair Taylor, el 9 de noviembre de 1961 al mediodía, se escapó de su negocio para verlos actuar en un show.
Quedé inmediatamente conmocionado por la música, el ritmo y el sentido del humor que desplegaban en el escenario. Luego, cuando me los presentaron, quedé encantado por su carisma personal. Ese fue el comienzo de todo.
Cuando los presentaron, los Beatles lo reconocieron enseguida porque eran clientes de su tienda:
— ¿Qué trae al señor Epstein por aquí — preguntó George.
La verdad es que no tenía idea y, durante las siguientes semanas, asistió regularmente a todos y cada uno de los shows.
Mientras tanto, Epstein averiguaba cuales eran los lazos comerciales que unían al grupo y descubrió que no había ninguno. Aunque no tenía la menor experiencia, el 10 de diciembre, les propuso manejarlos, transformarse en su representante. Ellos dudaron pero, como no tenían nada que perder, el 24 de enero de 1962, firmaron un primer primer contrato por cinco años; curiosamente, McCartney y Harrison no pudieron hacerlo porque eran menores de edad.
Epstein recibiría el 25% de los ingresos brutos pero sólo en el momento que que estos fueran "suficientes". En algún momento, cuando discutían estas cuestiones, les ofreció pagarles semanalmente en lugar de ir a porcentaje. Cada uno, recibiría 50 libras por semana por el resto de su vida. Era una oferta tentadora pero no la aceptaron.
Su primera orden fue cambiar la apariencia. Debían abandonar los bluejeans y las chaquetas de cuero, basta de peinados desaliñados, era hora de cambiar por algo más profesional. Nada de insultar al público o decir groserías; prohibido comer o fumar en el escenario: trajes, corte de cabello, disciplina ... ¡Ah!, y hay que inclinarse a saludar al final de cada canción.
Dicen que John y George se resistieron un poco pero Paul estaba encantado con la idea.
Durante los meses siguientes, Brian fue a Londres a intentar vender un demo del grupo pero lo rechazaron todas: Columbia, Pye, Philips, Oriole, y Decca donde incluso pagó de su propio bolsillo para que Tony Meehan produjera una serie de grabaciones. Ni así logró que los contrataran.
Se le estaban acabando los contactos y una de sus últimas oportunidades era el gerente de marketing de EMI, Ron White, a quien no logró interesar del todo pero, por lo menos, no lo rechazó de plano. Quienes lo hicieron fueron todos los productores de EMI. Ninguno quiso participar en una grabación de prueba.
En febrero de 1962, alguien le sugirió que se contactara con George Martin, un productor de Parlophone, una subsidiaria de la EMI. Este aceptó y en mayo, tuvieron una audición en los estudios de Abbey Road.
— Son bastante buenos — dijo.
Muchos años después, Martin confesaría que una de las razones de haber aceptado contratarlos había sido el entusiasmo de Epstein, pensaba que eran una promesa pero no estaba muy convencido de su talento.
— Brian estaba seguro que serían mundiamente famosos.
Luego de realizar Love me do, Epstein y The Beatles firmaron lo que sería el contrato definitivo. EMI les pagarían un centavo por cada disco vendido en Inglaterra y un poco menos por ventas en otros paises.
En seis meses, había logrado un contrato discográfico y con el tiempo, eso hizo que comenzara a manejar otros grupos, tanto en su país como en USA: Gerry and The Pacemakers, Billy J. Kramer and The Dakotas (tuvieron tres éxitos con canciones escritas por Lennon y McCartney), The Fourmost (dos temas escritos por Lennon), Cilla Black, Peter and Gordon, Tommy Quickly, pero ninguno pasó de tener uno que otro éxito circunstancial.
Como con todos los demás hechos de su carrera, lo miembros del grupo han tenido diferentes opiniones, visiones a veces tan distintas que llegan a confundir; la relación con Epstein no escapa a esta conducta. McCartney ha dicho que los contratos los firmaban sin leer pero se quejaba porque sentía que no era lo suficientemente agresivo y los acuerdos comerciales que conseguía no eran demasiado ventajosos. Lennon, generalmente ha dicho que confiaban ciegamente en él: "era el experto" pero, alguna vez también dijo que, aunque era un buen manager, había algunas cosas "un poco turbias" que nunca terminó de aclarar. Probablemente, todo sea cierto; no sería extraño que el blanco y el negro fueran sólo un desteñido gris.
Estamos hablando de merchandising y licencias de todo tipo; promociones, entrevistas, actuaciones en TV; estamos hablando del mercado norteamericano, de millones y millones de dólares extraídos de la vaca yanqui. Estamos hablando de muchísimo dinero y de alguien que recibía el 25% de todo eso. Estamos hablando de un contrato que vencía el 30 de septiembre de 1967 y sobre el que, seguramente, tendrían que sentarse a hablar largamente porque no iba a poder ser renovado a menos que las condiciones cambiaran radicalmente.
Si bien las tensiones jamás habían llegado a ser graves, esas contradicciones se hicieron más evidentes a partir del momento en que el grupo decidió abandonar las giras y no actuar en vivo. El 20 de agosto de 1966 dieron su último concierto y comenzó una nueva etapa. Habían dejado de ser niños jugando a ser estrellas de rock and roll y ya no necesitaban un padre tan severo como Brian. Un padre que tenía un problema personal que sólo puede ser evaluado correctamente si entendemos que son los años '60: mucha liberación, mucha revolución y mucho romper barreras pero, no todas.
Brian Epstein era homosexual y eso era un tema serio, algo de lo que no se hablaba en público. Este hecho lo hizo vivir una especie de doble vida, arrestos menores, víctima de chantajes, clubes nocturnos de mala muerte, un mundo peligroso. Incluso llevó a muchos a sostener, aún hoy, que Lennon y Epstein habían tenido alguna clase de relación amorosa aunque todos lo han negado una y otra vez.
No es de extrañar que esta dualidad y este constante ocultamiento haya llevado a Brian a abusar de las drogas. Primero, anfetaminas como todo los demás, algo casi imprescindible para soportar las constantes giras. Luego, siguieron las drogas de moda, desde la marihuana hasta el LSD.
Si alguien no entiende bien por qué este era un tema tan serio, basta decir que, en Inglaterra, las relaciones homosexuales fueron consideradas un delito hasta septiembre de 1967 y eran penadas con la cárcel.
Brian Epstein nunca se enteró, murió un mes antes, el 27 de agosto de 1967 por una sobredosis de alcohol y Carbitral. En esos días, los Beatles estaban en Bangor, India y no asistieron al funeral.
Malhumorado, algo pedante, autoritario en su trato con los empleador, Epstein fue esencial. Sin él, probablemente, The Beatles no hubieran sido lo que fueron. Su ausencia se notó y muchos dicen que su muerte marcó el principio del fin ya que era él quien mantenía el orden resolvía las disputas internas, equilibraba los egos y, fundamentalmente manejaba el dinero y mantenía el negocio en funcionamiento.
Después de él, todo fue un poco caótico. Robert Stigwood tomó el control de la organización NEMS y se consideró a si mismo como el sucesor natural pero el grupo lo rechazó.
Según George Martin, McCartney intentó tomar las riendas o, por lo menos, mantener unido al grupo pero no tuvo demasiado éxito. A esto, se le sumó el primer fracaso comercial, la película de TV Magical Mystery Tour.
Es que algo es seguro, Epstein sabía lo que hacía, conocía el juego y los Beatles no, ellos, sólo lo jugaban.
brian-epstein-bluesJohn Lennon dijo: Cuando murió, supe que tendríamos problemas. Nosotros no teníamos idea de cómo manejar el negocio, sólo sabíamos tocar música y estábamos muy asustados. Paul intentó guiarnos pero sólo comenzamos a dar vueltas en círculos. Terminamos destruyéndonos, desintegrándonos, desapareciendo ...
Paul McCartney lo resumió en pocas palabras: Si alguien fue el quinto Beatle, ese fue Brian.