Después de nueve años y más de 1.400 shows en todo el mundo, el 29 de agosto de 1966, 24.000 personas asisten al Candlestick Park de San Francisco para presenciar lo que nadie sabía: el último concierto de The Beatles.
Estaban cansados, hartos del griterío, de la locura de los fanáticos, de no poder escucharse, de no saber si estaban desafinando o no y de que a nadie parecía importarle la música. La tecnología no estaba a la altura de la beatleamanía.
Aunque la capacidad del sitio era de más de 40.000 localidades, sólo se habían vendido 25.000; era la época más dura de la relación del grupo con los EEUU. Declaraciones controvertidas respecto a la popularidad del griupo comparada con la de Jesús y alguna que otra referencia a la guerra de Vietnam los habían llevado transformarse en demonios para ciertos grupos que habían boicoteado todas las presentaciones de su gira, realizando manifestaciones y quemando discos en señal de protesta.
En 33 minutos, la historia dio vuelta una página, para siempre.
A pedido de Paul McCartney, se hizo una grabación en directo pero nunca se editó oficialmente porque hubo problemas con la cinta y algunas canciones están cortadas, pese a eso, se han difundido como discos piratas.
Terminado el show, George Harrison declaró: Hemos hecho unas 1.400 presentaciones en vivo y siento que esto es ... ridículo y peligroso porque todos están fuera de si, hasta los policías ... creo que tenemos que parar tenemos que terminar con esto.
Hay algún DVD del show rondando por ahí pero no mucho más, apenas un minuto o dos de una mala filmación.